¡Viña tiene Festival…! JORGE ABASOLO

Ya es parte del santoral chileno y de la idiotez rampante. Esa misma que los opinólogos de nuestra famélica televisión elevan a la categoría de evento.
No quiero infundirles miedo, pero el Festival de Viña se acerca. Hay que aprontarse para escuchar las mismas cantinelas de siempre y con menos ritmo que una gotera, las consabidas salmodias, las apologías por doquier y esa malsana costumbre de nuestros periodistas faranduleros que suelen llamar cantante a cualquier pelele que se pone frente a un micrófono. Algunos gritan, camuflando su imposibilidad de cantar.
Más de un grupo de cernícalos dedicados a eso que llaman reguetton no permitirán el descanso nocturno a quienes habitan en las cercanías de la Quinta Vergara, mi prima Susana incluida.
Por su parte, la vacuidad de nuestros opinólogos llegará a límites supremos y cierta prensa destilará ríos de tinta con las preguntas del momento: ¿era demasiado escotado el vestido de la animadora la primera noche? ¿Fue demasiado audaz el animador a besar súbitamente a fulanita?
Ya sabemos que son expertos en hablar naderías, disfrazando el discurso con ornatos retóricos ya hiper repetidos hasta el cansancio.
Es cuestión de revisar los festivales anteriores…si es que tiene la paciencia para ello y le sobra tiempo.
Es la condición si ne qua non para formar parte de esta recua de hablantines y apologistas de la nada.

De música ni hablar.
Entre rockeros, salseros y reguettoneros tan sudados como subdesarrollados que firman contratos de países desarrollados, la calidad del ritmo será sustituido por el fetiche verbal con trances casi hipnóticos. Es la estridencia unida a la repetición de letras ramplonas que impiden el simple ejercicio de pensar.
En estricto rigor, de eso se trata. Es el propósito para lograr la histeria colectiva y lograr la ansiada Antorcha de Plata.
Por cierto, el ruido ensordecedor será el protagonista principal de las noches en que Chile se prosterna con devoción mariana ante estos trogloditas de la música.

Entonces, por enésima vez emergerá con meridiana claridad una de las características más importantes de la contra-cultura:la indeferenciación, la ausencia de variaciones y matices.
Parece que ya veo a un negro reguettonero (puede ser blanco, para que no me tilden de racista) transpirando, repitiendo compases elementales con maniobras de contorsionista para embrujar a la galería.

CHILE: PRESENTE
La canción chilena que nos representará es una oda al anarquismo sin fundamento o la rebeldía sin causa.
¿Su título? “Infernodaga”, del autor Dani Ride. El video oficial (disponible en you tube) se burla de Jesucristo –su corona de espinas y sus llagas, exhibiendo imágenes de las Sagradas Escrituras siendo quemadas.
Se trata de aniquilar ciertos convencionalismos no ofreciendo nada como alternativa.

¿Cómo pudo ser elegida una canción de este jaez para un Festival que lo sigue gran parte de la familia chilena?
Creo que hubo dos opciones. UNO: se trató de una abyecta maniobra que permitió eludir las bases del Festival e imponer el (des) criterio de una recua de resentidos propietarios de una mediocridad en grado superlativo. Esos mismos que no han podido deshacerse del prurito de desbaratar y echar abajo todo lo que tenga algún vestigio de popular o masivo.
DOS: El jurado estuvo compuesto por sectas partidistas que piensan que están renovando la música con un nuevo estilo de Moral. Esa misma que jamás han conocido y menos aún practicado.
Lo que se persigue es demoler por el simple goce de demoler.

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