Orgullo del terruño amado : Escribe Mario Grandón Castro

A pesar de las emergencias que han golpeado nuestra tierra en las últimas semanas, con incendios forestales y rurales dejando su huella en los campos de Collipulli, la vida sigue su curso. Un ritmo pausado pero firme, donde el trabajo incansable y el amor por la tierra se entrelazan en cada amanecer. Es el terruño amado, ese espacio que, aun en la adversidad, late con esperanza.

Aquí, donde el viento lleva consigo historias de sacrificio y resiliencia, el cariño se traduce en gestos sencillos pero profundos: en sonrisas compartidas, en un mate humeante que une a vecinos, en el aroma del pan amasado y las sopaipillas doradas que se convierten en el alma de los encuentros.

Día a día, manos laboriosas muestran con orgullo el fruto de su esfuerzo. Son emprendedores y emprendedoras que cosechan con dedicación las verduras que han brotado de la tierra gracias al trabajo incansable de la pala, el azadón y el rastrillo. En cada surco cultivado se dibuja una historia de perseverancia y amor por el campo.

Desde la ciudad, debemos reconocer y valorar la existencia de estos hombres y mujeres que son parte del alma de nuestra tierra colorada. Su esfuerzo es un privilegio que debemos honrar con orgullo y gratitud. No podemos dejarlos solos. Más allá del respaldo de las autoridades, es la comunidad, su gente, quienes deben estar presentes, sosteniendo con afecto y reconocimiento a quienes hacen del campo un lugar de vida, esfuerzo y esperanza.

 

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