Mientras muchos esperan la llegada del verano para aproximarse a la lectura, debemos propender a lo que hacen muchos países de avanzada: la lectura no tiene estación predilecta cuando se trata de leer aquello que nos apetece
POR JORGE ABASOLO
Tal vez el ritmo trepidante que lleva nuestra sociedad, nos impide ver lo elemental –que por ser justamente elemental- se tiende a olvidar.
Desde esta tribuna me atrevo a decir que el lector es un privilegiado.
En consecuencia, ¿por qué se lee tan poco en Chile? (menos de un libro al año) Comparto lo que me dijo una vez Enrique Lafourcade, que en vida me hizo un honor con su amistad:
-Lo que ocurre es que a los jóvenes se les hace leer textos muy ajenos a su realidad.
He ahí el pato de la boda, o el quid del asunto.
Pero eso da para otro tema.
Hoy me abocaré a recomendar libros atemporales, es decir, de aquellos que se pueden leer en cualquier época del año, dejando una huella… o al menos incitándonos a ir por más.
Vamos escrutando:
Con un título que alberga tintes histriónicos y subyugantes, este libro va muchos más allá de lo que dice la portada. Su autora es psicóloga y nos formula preguntas como, ¿por qué nos cuesta tanto poner límites? ¿Por qué nos sentimos mal al decir NO a algo que no podemos cumplir?
Para la autora, esa idea del amor romántico o la creencia de que dejarán de querernos si decimos «no» son algunas de las razones para andar por la vida en estado de “incompletud”.
Por ello nos cuesta tanto hacerlo y, cuando lo hacemos, sentimos culpa, temor o ansiedad. Lo cierto es que poner límites en las relaciones es tan necesario como ponerlos en una carretera: evita accidentes. No obstante, no siempre es positivo ni sano: la cuestión radica en cómo se comunican esos límites, lo que nos ayuda a mejorar nuestra relación con los demás y con nosotros mismos.
Acá ya estamos en presencia de una autora consolidada en el mercado internacional, como lo es Rut Nieves. Ella se desempeñaba como arquitecta en Alemania, ganaba bastante dinero pero le atacó el vacío existencial. Entonces, optó por dejarlo todo y comenzar a encontrarse a sí misma. ¿Habrá encuentro más desafiante que ese?
Para adentrarse en este libro es imprescindible tener en claro la diferencia entre religión y espiritualidad, conceptos que muchas veces se perciben como similares.
Cuando la autora habla de Dios, es necesario que el lector entienda que no se refiere a ninguna religión. En este sentido, ella se refiere al origen del lector, de sus principios y de su creador. No importa cómo se llame en lo que el lector crea: Dios, universo, vida, energía, inteligencia divina, etcétera.
Cuando la autora habla del despertar de la conciencia (no hay edad para ello) advierte que se produce un susto en el ser humano, un remezón del cual teme no poder salir. Nada más absurdo!
De allí que ese remezón deba ser tomado como un despertar liberador. Y es que mientras permanezcamos conviviendo con el miedo… en esa zona de confort, no vendrá este remezón a despercudirnos. Es útil recordar al respecto, que más allá del Miedo está la verdadera Libertad.
Hay que atreverse a dar ese paso.
Finalmente, damos un giro radical para recomendar a una poetisa de la región. Se trata de Drina Molina, nacida en la ciudad de Angol, y quien trabajara por muchos años en el Regimiento “Húsares” de Angol, como especialista en Ayudantía General. Entiendo que es su segundo libro; y continúa con el mismo estilo. Trajinando las páginas de su texto “Atardeceres” (Editorial Rarinco) no puede menos que recordar a Ezra Pound cuando dice: “There is no point in various styles when capturing the readers” (no tiene sentido variar de estilo cuando se captura al lector)
Creo que Drina tiene muy claro esta suerte de enunciado, y su poesía cadenciosa y envolvente regresa para seguir atrapando a una cohorte de prosélitos, que los tiene.
En las primeras páginas la autora advierte lo que ha de venir:
-“Estos escritos son la expresión de sentires que han quedado impregnados en mi corazón y que transmito en estas páginas”.
La poesía de Drina Molina nos recuerda que debemos volver a elogiar la majestuosidad de las cosas simples. La suya, es expresión genuina del sentimiento campestre y humano.