Un libro escrito desde el alma y que alberga aspectos inéditos de un auténtico servidor público
JORGE ABASOLO ARAVENA
Periodista y Miembro de la Sociedad de
Historia y Geografía de Chile
Cuesta hablar de alguien que ya ha dejado este mundo. Más aún cuando me hizo un honor con su amistad. En honor a la verdad, fuimos compadres, con todo lo que ello conlleva, significa e involucra.
Horvath transitaba por la Carretera Austral con la seguridad de quien conocía al dedillo esos subyugantes parajes, pues fue su director y la conocía como las palmas de sus manos.
En viajes interminables por esa Carretera (que él prefería llamar Camino Austral) y a altas horas de la madrugada hablábamos de todo: de la vida, de los sueños y expectativas, de los reveses de la existencia… y muchas veces seguí sus preclaros consejos.
Por cierto, no faltó el tema político. Antonio Horvath tenía claro que Chile era un país privilegiado en cuanto a su diversidad de fuentes para obtener energía.
Propietario de un particular sentido del humor, imitaba mi manera de caminar y en los viajes de madrugada nos reíamos de ciertos episodios que invitaban a hacerlo.
A su calma sanforizada unía esa capacidad de sindéresis que le hacía comprender hasta la ignorancia de algunos de sus colegas.
Pero esta vez no estoy para hacer recuerdos personales, cuajados de nostalgia.
Lo que deseo hacer resaltar en esta ocasión es que en los salones
del ex Congreso Nacional fue lanzado el libro “Antonio Horvath Kiss. Un senador fuera de serie” (Editorial Airut, 185 páginas)
escrito por su hermana Doris Horvath. Se trata de un texto en torno a la biografía de este ejemplar servidor público, que vivó para servir a los demás, nació para marcar surco y camino y –las más de las veces- postergándose a sí mismo.
Doris Horvath presentando el libro de su hermano, el ex senador Antonio Horvath Kiss, en el salón principal del ex Congreso Nacional
En las páginas de este singular texto, se inserta el recuerdo de sus padres, que por circunstancias adventicias llegaron a nuestro país, huyendo de los horrores dela Segunda Guerra Mundial, cuando de milagro escaparon de la muerte.
Recuerda la autora que sus padres llegaron a Austria y –como pudieron- se afincaron en Salzburgo. El padre de los Horvath Kiss ya certificaba su título de médico, razón por la cual logró trabajo como cirujano en el hospital de aquella ciudad, donde no cesaban los temibles bombardeos
Para aquilatar los horrores de la guerra, hay que bucear en las páginas de este libro.
Paradojalmente, a despecho que Horvath padre era cirujano y su esposa enfermera…¡ganaban el mismo sueldo! Con ello podían comprar una barra de jabón y dos cajetillas de cigarros. Era el modo de pago en medio de un conflicto de características mundiales. Consecuencialmente, ellos cambiaban esos productos por zanahorias y huevos, como una manera de alimentarse.
La trayectoria política del ex senador Antonio Horvath ya es más conocida.
Su legado lo recuerda su hermana Doris de modo sucinto aunque significativo. Y es que en el mes de octubre de 2018, a pocos meses de su deceso, el Senado anunciaba que la Ley de Incentivo de generadoras residenciales estaba dispuesta para ser promulgada como Ley de la República.
Fue un proyecto no exento de dificultades, llamado en primer término “Net Metering” y que posteriormente –y en proverbial justicia- pasó a denominarse “Ley Horvath”.
La mentada ley incentiva el desarrollo de generadoras eléctricas residenciales. ¿De qué manera? Pues, mediante paneles solares ubicados en cualquier lugar habitable del país.
En otro orden de cosas, debo decir que Antonio Horvath siempre enfatizó que en Chile contábamos con mejores opciones que la energía nuclear. En esto no claudicó jamás. Y a pesar de las amenazas y más de un atentado, no se prosternó ante los intereses que sindicaban a la energía nuclear como solución sin alternativa.
A casi siete años de su muerte, lo recuerdo como un regionalista de tomo y lomo. Brillante, honesto, trabajólico y de una generosidad suprema. La palpé en carne propia. Demasiadas cualidades para un hombre que dedicó gran parte de su vida a la política. Mejor dicho, al servicio público.
FINALMENTE, ALGO DE HISTORIA
Cuando Baldwin abandonó su cargo de primer Ministro después de servirlo con eficacia durante largos años, expresó a sus amigos: “Es posible que Inglaterra no desee volver a tener un Cromwell. En cambio todavía necesitará de muchos Baldwin”.
La anécdota se me vino a la mente luego de leer este libro de su hermana Doris, pues fueron muchas las veces que alterné con Antonio.
Y hoy, me siguen pareciendo pocas…
¡Cuánto se le echa de menos en el Senado actual, sumido entre la estagnación, la mediocridad y el marasmo exasperante!
Párrafo escogido:
-“Mi padre recién se había titulado de médico. Tenía 23 años y hablaba varios idiomas: húngaro, alemán, rumano, ruso, francés e inglés. Mi madre tenía 21 años y poco antes había recibido su diploma. Decidieron partir en tren desde Budapest hacia la ciudad austríaca de Salzburgo. Fueron a la estación, con una pequeña maleta cada uno. Entonces, escucharon un estruendo. El tren estaba siendo bombardeado (…)”
(De Antonio Horvath, un senador fuera de serie)
A quienes deseen adquirir este libro, pueden llamar al fono 994 053 802