ANGOL, antes y ahora …. ESCRIBE: André Jouffé Louis (Caballero de la Legión de Honor, Francia)

En un pasado lejano, Angol tenía un sinónimo: Alberto Larraguibel Morales, a quien se le sigue recordando aunque de forma pálida, sin la resonancia debida en relación a su hazaña.

Este equitador de excepción, un día 5 de febrero de 1949  batió el record mundial de salto alto. En su tercer intento, superó la valla que estaba a dos metros y 47 centímetros. El público reaccionó con algarabía indescriptible, incluyendo los marineros franceses del buque Jean D’Arc, que se encontraban presentes y de paso en nuestro país.

 

Faltaba un minuto para las seis de la tarde cuando Larraguibel logró lo que parecía imposible con su caballo “Huaso”, que se convirtió en una suerte de gemelo de Pegaso.

Se trata de un récord mundial de salto alto a caballo, imbatible hasta hoy.

Su hijo, Alberto Larraguibel Stieb, reside hoy en los Estados Unidos y preside la Fundación Cuenta Conmigo, de propósitos filantrópicos. (ver google)

Momento preciso en que Alberto Larraguibel,

 montando a su caballo “Huaso” traspasa la

 barrera de 2,47 metro, batiendo el récord

 mundial de salto alto a caballo

 

Luego, Angol ha tenido remembranzas leves, como si quisiera enterrarlas. Enrique Lafourcade y su niñez en esta ciudad histórica. Después, estaría orgulloso.

De pronto –y luego de muchos años en Santiago- reaparece Jorge Abasolo Aravena, un periodista para quien Chile queda pequeño. Es mi modesta opinión, aunque se le caigan los escasos cabellos que sustenta con esfuerzo y esmero. Su versatilidad queda de manifiesto cuando escribe en serio o en broma. Lo hace según su estado anímico y en ambos casos ha sido reconocido por Fernando Savater, la polémica doctora Cordero, Hernán Millas, Fernando Josseau, Pepe Rodríguez Elizondo y muchos más.

A su erudición une una cualidad muy poco habitual en los intelectuales: un carisma que ya se lo quisiera un político, y que le permite llegar a todo el mundo. Puede entrevistar a un Premio Nobel, a un futbolista o a un cogotero…y todo lo hace con la misma gracia y seriedad.

 

Un joven Abasolo (con más pelo) en casa del mítico Alberto Larraguibel

 

Mi amistad con Jorge se fue intensificando con algunas de mis visitas a Angol con el Decano de Derecho de la Universidad San Sebastián, Armando Cartes Montory, hoy miembro de la Academia Chilena de la Historia.

Conocí mucha gente, todas abiertas y generosas; un comercio árabe a la antigua que se resiste a desaparecer.

La última visita a Angol hace dos años, fue un poco más triste. Pre pandemia, la agitación social llegaba a ultranza, los negocios cerrados paredes destruidas y muros rayados.

Luego, la violencia a pocos kilómetros, la incertidumbre si poder o no viajar a Temuco, algo cotidiano en los habitantes de Angol.

De todas formas ha crecido, se han levantado viviendas sociales a pocos kilómetros del centro y las empanadas siguen deliciosas como las que pasábamos a retirar con Pepe Cortés.

Angol, llegada a las seis de la mañana, nubado y llovizna; casi Europa. Angol en días de sol, un paraíso.

Mientras tanto, escritores como Jorge Abásolo tratan de atraer colegas hacia su ciudad adoptiva, pues nació en Talca. Ya lo veo dirigiendo una gran Feria del Libro cuando nos abandonen los virus, pues Abásolo conoce a medio mundo…y con mayor razón a los escritores, donde tiene muchos amigos.

Angol, podría dar otro salto como el de Larraguibel, pero ahora hacia la literatura.

 

Revisa otras publicaciones

últimas publicaciones