Los últimos estudios no han hecho sino refrendar lo que se intuía: que los trastornos emocionales están relacionados con el estrés.
POR JORGE ABASOLO
Frecuentemente en muchos países se realizan seminarios para enseñarles a los ejecutivos cómo pueden manejar el estrés.
El objetivo es muy simple: evitar que sufran de hipertensión o que lleguen a tener un ataque cardíaco. A su vez, se intenta lograr que mantengan o aumenten su rendimiento laboral, porque el estrés lo baja en forma ostensible.
Pero no se requiere ser ejecutivo para estar propenso al estrés. Las labores cotidianas de un empleado cualquiera…o una dueña de casa pueden ser envueltas por esta alteración del sistema nervioso que impiden llevar una vida normal y tranquila.
Entre los estresores específicos investigados figuran el cáncer a las mamas, las enfermedades renales en estado terminal…y la infertilidad.
Huelga decir que no se trata de un problema inusual, pues aproximadamente los sufre un 19 por ciento de la población en edad de procrear.
Técnicamente, la infertilidad es definida como la imposibilidad de la concepción después de doce meses de relaciones sexuales regulares sin uso de anticonceptivos.
Aunque alrededor del 50 por ciento de las parejas infértiles suele alcanzar la concepción, enfrentan mientras tanto variados conflictos: pensar en la adopción o la inseminación artificial trae preocupaciones emocionales, religiosas o morales.
Entre un 25 y un 40 por ciento de la población infértil experimenta síntomas de significación clínica. Y a veces, claros signos de estrés.
Un dato interesante que no se debe omitir: en estos matrimonios infértiles, el 37 por ciento de las mujeres, y sólo el 1 por ciento de los hombres manifestaba trastornos emocionales.
Lo más probable es que las mujeres se adapten menos debido a que ven la reproducción como un componente central de su identidad.
Recientes estudios demuestran que los depresivos tienden a procesar las informaciones en forma negativa, aun cuando pueden interpretar la realidad en forma positiva
Algunos expertos en el tema han concluido que la mayoría de las mujeres continúa viendo la maternidad y el matrimonio como meta dominante en su vida.
Esto es válido, especialmente en las más jóvenes. Acaso, porque las mujeres mayores, después de infructuosas esperas, ya no se desesperan tanto por tener hijos, o han encontrado otras fuentes de satisfacción, ya sea en el plano laboral o social.
Las mujeres que se sentían personalmente responsables de su infertilidad mostraron más estrés que las otras.
Por otra parte, el número de mujeres que se culpa a sí misma por la infertilidad (30 por ciento) es superior al de los hombres, aunque sean ellos, técnicamente, los causantes.
Por otra parte, el pesimismo que mostraban ellas frente a la posibilidad de quedar embarazadas estaba muy relacionado con la depresión. Esto coincide con estudios que demuestran que los depresivos tienden a procesar las informaciones en forma negativa, aun cuando pueden interpretar la realidad en forma positiva.