El siguiente es un escrito donde el Profesor Miguel Gutiérrez, a través de sus letras rinde un sentido homenaje a la institución Bomberil , recordando muchos nombres que han hecho del Cuerpo de bomberos de Angol un ejemplo de servicio y entrega , entre otros el de su propio Padre el recordado “Don Chalo” uno de los mártir de este Cuerpo
BOMBERO : Por Miguel Gutierrez
Siempre ha existido un lazo invisible entre los bomberos y yo, un extraño temblor me recorre cuando el hulular de una sirena pasa cerca . será que crecí entre sonidos de alarmas, mangueras, trifulcas, pitones, ficheros y aquel viejo carro Ford que en mi fantasía infantil fue mi castillo de juegos. Un día quedó inmóvil para siempre en el patio del cuartel Otto Linke de Los Sauces. Algunos años más tarde Angol nos recibió con sus cuatro compañías, ese salón inmenso con un mural de estilo fauvista hecho por don Miguel Angel Roa, aquellos carros Nissan que cobraban vida cuando corrían a una emergencia, recuerdo las casacas de cuero negro humedecidas por el agua e impregnadas por e olor a humo después de los incendios. Parados frente a mi, bajo el sol primaveral y velados por el paso de los años, están don Enrique Gómez, Davinio Fernández, Arturo Morales, Jorge Morales, Manuel Galaz, mi capitán Herminio Campos y su guitarra que alegraba las veladas de invierno, don José Morales Conejeros y su icónica motocicleta , don Alberto Candia, los hermanos Aravena. La señora Úrsula El secretario Jorge Miovich y dos jovencitos inverbes Raúl Carrasco y Carlos Hernández que iniciaban sus largas trayectorias bomberiles y otros que se han perdido en los vericuetos del cerebro.
Recién se habrían las puertas de la institución a las mujeres bomberas, ahí nace una historia de amor, de la cual fuimos testigos los voluntarios de la primera compañía de aquel entonces y que terminaría trágicamente. Se conocieron en el cuartel, un dia otoñal, se casaron y se fueron a vivir felices a su hogar recién formado. La mañana de la tragedia , ella se levantó y encendió una pequeña estufa, la parca aciaga, cortó los hilos de la vida y las flamas envolvieron ese cuerpo joven lleno de ilusiones, murió en los brazos de su esposo.
Recuerdo la voz de mi padre, gritándome en las madrugadas:- ¡¡Levántate, tenemos un amago de incendio!! Entre dormido, me calzaba mi chaqueta de cuero negro y el casco prusiano gris , no se tocaba la Sirena para no alarmar a la comunidad. Las consecuencias las tenía en clases, los ojos no me respondian y la voz peculiar del querido “Che Viruta” (profesor Mardones)-Concéntrese Gutiérrez.
Un día, mi padre, se despidió de mi madre para ir a un siniestro, nunca llegó a ese incendio, desvío el camino y su carro enfiló a la eternidad. Nunca me retiré de la Primera Compañía…solamente dejé de ir, la vida me llevó por otros caminos. Ahora, una hija corre tras el sonido de la sirena.
Ha pasado mucho tiempo, empero, aún siento la voz enérgica del Teniente gritando:- ¡Primera Compañía, formar!… ¡¡Atención…fir!! y los golpes de los tacones sonarán hasta la eternidad.