“Hiper conectados” (Editorial Forja) demuestra que las redes sociales y lo móvil tiene aciertos y desaciertos. Su autor nos orienta en torno a cómo manejar una herramienta que transformó hasta nuestros comportamientos
POR JORGE ABASOLO
LAS redes sociales comenzaron s estudiarse con rigor científico en el umbral de la sociología a fines del siglo XIX, en virtud de la curiosidad de hombres como Emile Durkheim y Ferdinand Tönnies.
La idea de la disciplina científica de las “redes sociales” había surgido como la forma de llamar a un grupo de personas que están mucho más conectadas entre sí que con otros grupos de personas conectadas que se encuentran en otras partes de la red, aunque viven en un mismo lugar. El concepto surgió como consecuencia del paso a las ciudades desde los pueblos que tenían el tamaño suficiente para ser ellos una red social en sí misma.
“Hiper conectados”, de Eduardo Arriagada (Editorial Forja, 240 páginas) escruta con rigor litúrgico la manera en que debemos llevarnos con el mundo digital. Aprecia sus aciertos y nos advierte de sus peligros.
Ya en el primer capítulo el autor admite su convencimiento práctico de que las redes son adictivas, no por la tecnología, sino por la necesidad que tenemos de realizar conversaciones y desarrollar más contacto social.
Y es que la adicción a Internet no es una enfermedad médica que se reconozca de forma global, pero sólo es cuestión de tiempo. En la actualidad entre un cinco y un diez por ciento de los usuarios son “dependientes”, según el Computer Addiction Center del Malean Hospital de Harvard.
En consecuencia, no resulta sorprendente que los expertos hayan llegado a la conclusión que en la actualidad (año 2023) consumimos cuatro veces más información que en 1960.
Se pueden comprobar los efectos deletéreos de la conectividad cuando la gente sale corriendo para encender un teléfono móvil en cuanto aterriza el avión, sale de una reunión importante o deja transitoriamente una cálida conversación familiar.
Por cierto, el libro aborda el tema del exceso de información, que a ratos exalta, y en otras nos deja algo confundidos.
De sus aseveraciones, podemos concluir que debemos “hacer” un poco menos y pensar un poco más. Es decir, tenemos que procurar ralentizar, no todo el tiempo, pero al menos de vez en cuando. Lo que se pretende es dejar de confundir el movimiento confuso con el progreso y alejarnos de la idea de que toda comunicación y la toma de decisiones se deben realizar de modo instantáneo.
La avalancha de información es avasallante. Por ello algunos expertos en el tema ya nos sugieren una “dieta digital”, para dedicar más tiempo a la conversación familiar, entre amigos, esa que a veces se percibe como superficial, pero hoy tan necesaria para no esclavizarse con Internet.
No es fácil, desde luego. Como cualquier dieta de adelgazamiento es difícil seguirla durante mucho tiempo, de manera que la acumulación digital sigue adelante y los megabytes siguen engordando.
Y mientras la vasta cantidad de información a nuestra disposición nos da a todos la sensación de que somos más inteligentes, cometemos cada vez más errores y torpezas, eso que podemos denominar la estupidez parcial constante.
En su libro, Eduardo Arriagada advierte acerca de los inconvenientes de la hiper conectividad. Es cosa de mirar a nuestro alrededor.
La idea de salir de casa sin el celular resulta preocupante para muchas personas. Algunos hasta se amargan el día por ello. Algo similar sucede al apagarlo por las noches. Mucha gente no lo hace, esperando un llamado que puede ser importante o una noticia que esperaba. ¿Resultado? No se logra el sueño profundo y las consecuencias son a corto plazo: somnolencia durante el día y carácter irritable.
No es ningún misterio que en la actualidad nos comunicamos cada vez más a través de mensajes de texto y correos electrónicos en lugar de cara a cara. Tenemos cientos de “amigos” on line pero no conocemos el nombre de muchos de nuestros vecinos.
Estamos en presencia de cambios significativos tanto en las actitudes como en los comportamientos. Hemos llegado a la era digital a una velocidad vertiginosa: una cultura de respuesta rápida, sin tiempo para la reflexión o el enfoque más ecuánime.
“Hiper conectados”, de Eduardo Arriagada (Editorial Trayecto) es un libro pedagógico. El autor explora cómo la era digital está cambiando nuestras mentes planteando preguntas acuciantes y muy pertinentes.