Juan Antonio Montes:
Este brillante intelectual ha cultivado siempre el perfil bajo. Acérrimo defensor de la familia, acaba de publicar un extenso ensayo donde acusa todo el accionar de ciertos sectores que han atentado contra la familia, la tradición y la propiedad
ENTREVISTA DE JORGE ABASOLO
Célula básica, viga central, vector irremplazable, en fin…son muchas las maneras en que se ha tildado a la familia.
En Chile, la familia continúa experimentando profundas transformaciones. Muchos de estos cambios no son nuevos ni transitorios, sino más bien el reflejo de un proceso de modernización que está lejos de terminar.
Los cambios más resaltantes de la familia chilena en los últimos cuarenta años se puede resumir en pocas palabras. Primero, los hogares biparentales tradicionales tienden a disminuir, al aumentar las parejas de convivientes y de personas que optan por vivir solas.
Segundo, la familia tiene cada vez menos hijos. Tercero, la proporción de los nacimientos fuera del matrimonio ha aumentado al punto que superan en la actualidad la mitad de todos ellos.
Cuarto, la mujer se ha incorporado con mayor fuerza al mundo laboral.
En medio de seminarios y controversias acerca de si la familia chilena está o no en crisis, resulta estimulante comprobar que las encuestas de opinión son concluyentes en este sentido: los chilenos estiman que la familia es la piedra angular de sus existencias. Al mismo tiempo, señalan que ella es fuente de problemas y tensiones, y no de armonía y calma.
¿Paradójico? Claro que sí, pero la primera opción tiene más seguidores que la segunda.
UN REFERENTE OBLIGADO
Para hablar del trema, nada mejor que recurrir a un estudioso del mismo.
Juan Antonio Montes fue educado en el seno de una familia tradicional.
Cursó sus primeros estudios en el Colegio de los Sagrados Corazones, de la Congregación francesa fundada por el Padre Codrin.
Estudiante distinguido, ya a los 15 años de edad logra destaque en la defensa de los ideales católicos, tomando parte en la sesión de fundación dela Sociedad Chilena de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad (TFP), a la que se entregará desde ese momento con fervor y dedicación casi absoluta.
Montes es autor de varias obras, todas ellas inspiradas con un propósito común: la denuncia del proceso revolucionario y la defensa de una sociedad donde prevalezcan los valores cristianos.
-Soy de los que piensa que un país vale más o menos según valga la suma de las familias que lo componen. Dicho de otro modo, como es la familia es un país. ¿Qué piensa usted al respecto?
-Es exactamente así. La familia ha sido y siempre será la tabla de salvación de la sociedad, y la historia así lo demuestra. El gran historiador del siglo XIX, Fustel de Coulanges, en su famoso libro “La Ciudad antigua”, estudia las bases que constituyeron las sociedades más primitivas, previamente a la existencia de sociedades organizadas y de la formación de las civilizaciones. De Coulanges afirma, mediante abundante investigación, que la base de esas sociedades primigenias era la familia, el culto a sus antepasados (los manes), y la propiedad que circundaba el lugar donde vivían.
Posteriormente, con la caída del imperio Carolingio y la invasión bárbara en Europa, nuevamente fue a partir de la familia que se re constituye el continente europeo y surge la civilización occidental y cristiana.
Oyendo el emocionado discurso del actual rey de Inglaterra sobre su madre, Isabel II, lo que él le agradece es haber sido hijo de una madre ejemplar.
Siempre será así, pues está impreso en la naturaleza humana y es uno de los Mandamientos de la Ley de Dios: “Honrarás padre y madre”.
-Es notoria la preocupación por la familia que manifiesta la Iglesia. En muchos documentos se deja traslucir la existencia de una crisis en la institución familiar. A su juicio, ¿cuál sería el origen de esa crisis?
-Esa crisis es profunda y tiene varias causas diferentes, pero no cabe duda que la más grave es la pérdida de la Fe en la religión católica. La consecuencia inmediata de la pérdida de la Fe es la disminución en la práctica de la moral que Ella enseña. En consecuencia, la organización familiar, que necesita de estar apoyada en la fidelidad de los esposos, en la obediencia de los hijos y en la perpetuación de la especie humana, entra en colapso. Es lo que vemos en todas las naciones occidentales.
EL DOLOR
¿Qué sentido puede alcanzar la existencia en aquellas situaciones límites, como el dolor, la enfermedad, la melancolía o la depresión extrema, en donde se llega a pensar que la vida no merece ser vivida?
-Esta es otra consecuencia de la pérdida de la Fe. Para cada vez más personas, la vida en esta tierra debe ser para poder gozar lo más posible de ella, tanto en aquello que es lícito, cuanto en lo ilícito. Cuando sobreviene algún sufrimiento, naturalmente quienes consideraban que la vida era sólo deleite, pasan a considerar que ella ya no tiene más sentido, pues se acabó el deleite y comenzó el sufrimiento. De ahí la aprobación de leyes como el suicidio asistido.
Al contrario de esa mentalidad “gozadora de la vida”, la doctrina católica nos enseña que esta vida es “un valle de lágrimas” y que estamos aquí para cumplir una misión. Ahora, el cumplimiento de una misión siempre es una ardua tarea y ella nos traerá siempre, y a todos, satisfacciones y sinsabores, que debemos enfrentar con la resolución de un soldado en el campo de batalla. El Profeta Job, decía “La vida del hombre sobre la tierra es milicia” (Jb 7,1-4.6-7)
Por último, volviendo al caso de la reina de Inglaterra, la gran admiración que el mundo entero le testimonió es porque todos reconocemos en ella a alguien que tomó en serio su misión y la llevó de modo ejemplar hasta los 96 años.
-¿Qué relaciones existen entre religión y política? ¿Puede evitarse?
-Hay que aclarar los términos. Si se habla de política en el sentido más alto de la palabra, es decir como el arte de gobernar bien, obviamente que existe una profunda relación entre la Iglesia y la política. Es la relación que existe entre el alma y el cuerpo. La Iglesia está llamada a recordar permanentemente cuáles son los senderos por los cuales la sociedad se debe conducir, o sea, las virtudes morales. Al Estado le compete autonomía en el campo civil y el de las realidades concretas que se debe tomar para la práctica del bien común.
-¿Debe asumir la Iglesia posiciones de carácter político?
-La Iglesia no debe asumir posiciones de carácter político contingente, “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, enseñó Nuestro Divino Salvador.
Sin embargo, la Iglesia debe indicar los aspectos que en la política dañan al bien común. Sin ir más lejos, la Iglesia, por la voz de la Conferencia Episcopal, señaló por ocasión del reciente plebiscito de que no se podía aprobar una ley que incluya el aborto como un derecho. Diciendo eso, ella no estaba sino repitiendo lo que el Magisterio Pontificio siempre ha señalado, sin inmiscuirse en terreno político.
Recientemente la empresa de opinión pública del Brasil, “Data Folha” consultó a los ciudadanos de ese país si consideraban que los valores religiosos deben influir en las decisiones políticas. Más del 56% de los electores respondió afirmativamente.
La misma empresa de investigación de tendencias sociales consultó si los votantes están de acuerdo con la siguiente afirmación: “Es más importante que un candidato defienda los valores familiares que tener buenas propuestas para la economía”. La mayoría (60 %) dijo estar a favor de la idea: el 38 % está totalmente de acuerdo y el 22 % parcialmente. Otro 36% no está de acuerdo, total o parcialmente”.
Similar situación, aunque en proporción menor, se da en el electorado norteamericano, donde el 41% consideran la religión “muy importante” en sus decisiones políticas.
-¿Conlleva el desarrollo económico una disminución del significado de la Iglesia?
-En teoría no debería se producirse una disminución de la valorización del papel de la Iglesia por causa del desarrollo económico. Los dos casos recién nombrados, Estados Unidos y Brasil son muestra de ello.
La causa de la disminución de la importancia que se le da a las enseñanzas de la Iglesia no está en el desarrollo económico, pues si fuera así, los países más pobres, deberían ser los más religiosos. Y eso no se verifica.
Lo que si perjudica la influencia de la Iglesia es dar al desarrollo económico un papel primordial en la sociedad. Es lo que se llama “sociedad de consumo”, en la cual se basa el grado de felicidad en el número de consumos que ella es capaz de proporcionar.
El problema no está en la cantidad de recursos económicos, sino en el apego que se tiene de ellos.
-Entre los derechos individuales garantizados en una Constitución moderna, ¿se debe incluir el derecho a la propiedad privada?
-Naturalmente que sí. El derecho de poseer bienes en carácter privado y poder legarlos a nuestros descendientes, proviene de la propia naturaleza humana y está consagrado en dos Mandamientos de la Ley de Dios: No robar y No codiciar los bienes ajenos.
Todas las sociedades que han conculcado este derecho, argumentando favorecer a los pobres, sólo han producido más pobreza.
El caso de Venezuela y de todos los países socialistas es patente en este sentido.
En Chile hay cerca de medio millón de venezolanos, huyendo de una situación de miseria que nosotros no hemos conocido. Y Venezuela era uno de los países más ricos del Continente. Lamentablemente Argentina va en un caminosimilar y Chile está en la misma situación.