En este libro, su autor nos recuerda que es tan fuerte el empuje de las palabras que, a veces, se separa la realidad y crea mundos propios, ajenos a esa realidad. Eso la hace adictivamente fascinante.
Si buen la palabra es el instrumento de comunicación más racional con que cuenta la humanidad, está lejos de ser perfecta. Es ambigua, imprecisa, borrosa y traicionera. La palabra es inerte y es uno el que le debe dar vida poniéndola donde realmente corresponde. Levanta muros muy difíciles de traspasar en el puente que pretendemos cruzar entre nuestra emoción y la de otro”.
La acepción de un buen literato rejuvenece, replantea y hasta redefine.
Luego, está lejos de la acepción de un diccionario oficial, pues allí lo que se dice debe interpretarse literalmente.
Este Diccionario de citas literarias VI constituye un desafío a insistir y fisgonear en las citas que van provocando una conceptualización nueva, donde la ensoñación y hasta el delirio tiene cabida y sentido.
Los vocablos rejuvenecen, adquieren vida en el diálogo con los niños que los escuchan. Como dice Octavio Paz, las palabras se incendian apenas las rozan la imaginación o la fantasía.
La palabra, el amor a la palabra, es uno de los caminos que lleva al buen hablar y leer, y al buen escribir. Pero nosotros los adultos, y muy particularmente los periodistas, son los primeros en asustarse ante la palabra. Es frecuente escuchar frases como éstas: “Ese cuento tiene palabras muy difíciles”; “Habría que cambiar algunas palabras para que los niños entiendan”. Si el texto que leemos al niño es de fácil acceso en cuanto a comprensión global, la palabra sonora, rara, novedosa, es recibida con deleite en la medida en que no oscurece el contexto. A la vez, cumple con la función de enriquecer el lenguaje de las personas y, asimismo, su pensamiento.
DEL AUTOR
Eduardo Guerrero del Río es doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, España. Ha ejercido la crítica teatral y literaria en diversos medios.
Entre sus libros ya publicados destacan Crecer por la palabra, Literatura latinoamericana, Conversaciones con Jorge Díaz y El monasterio de las palabras, entre otros.
Además, Guerrero ha publicado múltiples estudios, investigaciones, prólogos y artículos en libros y revistas especializadas de teatro, tanto nacionales como extranjeras.
La palabra es atributo del hombre, porque expresa sus ideas y sentimientos.
Es una dádiva espléndida.
“Es el arma más poderosa del mundo. Es el origen de todas las revoluciones, desgraciadas o venturosas, cuyo encadenamiento constituye la historia”, escribe Lacordaire.
El concepto es el reflejo de la inteligencia, el trasunto de las almas, el verbo del espíritu, porque traduce las pasiones por contradictorias y opuestas que sean.
Diccionario de citas literarias VI me recuerda que la palabra es el don de comunicar afectos y pensamientos.
Hay elocuencia en el silencio, en una mirada, en una lágrima, en una sonrisa, en el llanto. Hay elocuencia en una obra de arte, en una estrofa, en una escultura, en la música. Por último, hay elocuencia en el drama, en la narración histórica, en el canto del poeta, en la investigación del sabio cuando manifiestan con fuerza los sentimientos.
Dirigida por el arte, robustecida por el estudio, es el arma de la verdad, de la justicia y de la belleza. Sus triunfos, son más grandes y permanentes que los de la espada.
Un libro necesario y con trazas pedagógicas.