Benedicto Cerdá: “Este libro está cuajado de vitalidad”

Con su novela “Corazón narco”, este escritor de meteórica carrera no pontifica ni exagera. Sólo escruta de manera magistral el submundo del narcotráfico, donde la catarata de pasiones, sentires y actitudes no reconocen límites entre la maledicencia y el criterio.

POR JORGE ABASOLO

Los narcotraficantes suelen contar con una recua de incondicionales de baja estofa, de actitudes sumisas y hasta mendicantes. Son los súbditos, que no admiten otra manera de ganar dinero fácil.

La jerarquía tiene una fisonomía muy distinta. Son narcisistas casi por naturaleza, exudan soberbia y suelen ser arrogantes en grado supremo, además de tener rasgos psicópatas. A diferencia de lo que se podría pensar, estas últimas características las desarrollan cuando son considerados como “los más buscados” por las autoridades. Ello, resulta como un reconocimiento a su “labor”.

Personajes que buscan el dinero rápido, individuos que procuran entrar a ese submundo, vidas sin destinos concretos y escenarios sórdidos dan vida a esta nueva novela de Benedicto Cerdá, “Corazones Narcos”.

El tráfago de este oficio tan lucrativo no reconoce preceptos del más mínimo decoro. Las trapacerías abundan y los afectos pueden mutar a  cada instante, conforme a las circuntancias. Aún el respeto por la vida tiene fecha de vencimiento.

 

La novela atrapa de comienzo a fin, pues sus personajes han sido extractados de la más cruda e irreverente realidad

 

 

DEL AUTOR

Benedicto Cerdà (Alhué, Chile). Es Bachiller en Letras de la Universidad de Chile. Además, es Consultor en Comercio Internacional con capacitación en Estados Unidos, España e Inglaterra.

A la fecha ha publicado “Alhué, poemas y antipoemas”, “El bombero afortunado y otros cuentos”, “El tarro con piedras” (cuentos. Editorial Forja. Santiago de Chile. 2007), la novela “Cuando vuelvan los flamencos”, con prólogo del genial surrealista  chileno Rodrigo Verdugo, y la muy comentada novela “Supermercado de almas”, 2019, entre otros.

“Corazón Narco” es una buena síntesis de lo que es la fauna humana: a ratos miserable y plena de maledicencia. Personajes de valores precarios,  se convierten en frías máquinas ante las ansias de lograr cantidades siderales de dinero. La traición a ratos es elevada a la categoría de virtud y deben desenvolverse en un ámbito de corruptela y felonía. Mientras algunos logran sus propósitos, otros quedan convertidos en harapos humanos.

Leyendo esta incitante novela, no pude menos que recordar una frase del genial André Malraux, en su libro “La Condición humana”: Le mal et le bien enfant s’entendent toujours mal

 

-Proust decía que escribía para recordar. Otros dicen que escriben para olvidar. ¿De qué lado estás tú?

-En mi caso estimo que es una mezcla de cosas: la noticia que leo hoy, recuerdos que me han marcado en la vida. Uno toma todos esos elementos, risas, lágrimas y amores que nunca pasan, los mete en una olla a presión y sale una novela.

 

-Tu novela “Corazón narco”, me recuerda un poco a Kafka, en el sentido que lo fundamental no es nunca la psicología del personaje, sino lo que le sucede al personaje. ¿Es así?

-A contrapelo de Kafka me recuerdo de Henry James, que trabaja mucho con la psicología de los personajes. La primera vez que lo pude comprender, me marcó, algo que no he podido olvidar y que, de alguna forma u otra, debe estar presente en alguno de mis personajes. Un individuo parecido a Eufemiano de mi novela anterior, “Supermercado de almas” y que a muchos gustó -para mi sorpresa-, de sobremanera. Sin embargo, si a ese mismo personaje le ponemos ritmo, acción, hacemos que le pasen cosas, la trama se llena de vitalidad.

 

-Tengo la idea que las personas del mundo del narco tráfico son de carácter muy definido: recios, duros, alexitímicos, y donde el código de relaciones es muy rígido. La consecuencia de ello son personas infelices y desgarradas.  ¿Qué piensas de ello?

-Mucho de eso debe ser real, no me cabe duda. Sobre todo cuando les toca el momento de reflexionar, aunque compensan hechos delictuales con caridad a su manera, pero, sin temor a equivocarme, creo que también pueden vivir momentos de máximo jolgorio en su círculo de familiares y amistades, aunque, asumo, viven el instante, la inmediatez, o como dicen aquellos que gustan de la filosofía, “el aquí y el ahora”, sin importar lo que ocurra después. Las noticias nos informan, de tarde en tarde, que  familias enteras a veces terminan encarceladas.

 

-En tu novela, el personaje Steven representa un individuo que se desenvuelve y conoce muy bien el sórdido mundo de las drogas. Sin embargo, mirado desde el punto psico/sociológico, es digno de lástima. ¿Me equivoco?

-Steven, o don Esteban, tiene muchas contradicciones, proviene de un hogar desestructurado. Su madre, una furcia de altos vuelos y su padre un alcohólico. Steven y su hermano Frank cuando niños, estaban entregados a su suerte. En consecuencia, nada bueno se podía esperar de ellos, les faltó el amor, la protección de unos padres responsables, de cierta manera fueron víctimas del destino, aunque eso suene un poco a determinismo, hay otros que han sufrido vidas semejantes y hay logrado escapar a ese entorno brutal y llegar a ser grandes personas en su adultez, no obstante, ningún niño en las circunstancias de Steven o Frank  la podría tener fácil al final del camino.

 

 

 

 

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